miércoles, 14 de agosto de 2013

Pacífico Esclavo

Acantilados cuando la marea está baja
La costa pacífica, una joya de la biodiversidad mundial es hoy por hoy un indigno ejemplo del resultado de años de corrupción al interior del Estado colombiano. Comúnmente se ha escuchado decir “los gringos se aprovechan de estos pueblos” “el imperio nos tiene oprimidos” … en fin, tantos ir y venir buscando responsables de la pobreza de gran parte del pueblo colombiano al punto de definir absurdamente que “los pobres son pobres porque quieren” y sí, algunos están complacidos en su estado de escasez, pero para la mayoría, el estado y su nacionalidad no les han dejado otra opción que ser pobres, vivir entre riquezas pero en las más increíbles aproximaciones de miseria. Lo inaudito; no son gringos, no son los del imperio, no son los Yankees, son colombianos que oprimen colombianos, hombres y mujeres nacidos bajo la misma bandera pero que parece corriera en su sangre los genes de los españoles que extinguieron nuestras civilizaciones antiguas y no los genes de una patria supuestamente en vía de desarrollo. 

Cabecera de Juanchaco a orilla del mar (Foto Carlos M. Bueno)
Hace diez años, Juanchaco, La Barra y Ladrilleros eran poblaciones costeras viviendo su época dorada, turistas iban y venían durante todo el año a disfrutar lo que aún es hoy el paisaje biodiverso más bello del pacífico colombiano: esteros, acantilados, playas, manglares, cielo azul, mar encantado, avistamiento de ballenas, etcétera. Todo un epicentro de placer resumido en bondades de la naturaleza. Hoy, a estas poblaciones literalmente se las está comiendo el mar, particularmente la población de Juanchaco de unos 1200 habitantes nativos y cuya ubicación está al nivel del mar se encuentra en franca zona de alto riesgo, el caserío carece de gracia urbana lo que a la vista del turista podría parecer un asentamiento subnormal a orillas del Pacífico, esto se ha traducido en una notable disminución de turistas, tanto, que de los 365 días del año solo cuentan con 70 de ellos para trabajar el turismo. Angustiante panorama económico si se tiene en cuenta que la región sobrevive de esta actividad y de la pesca. A este fenómeno se le suma un degenerativo sistema de educación pública que ha sumido en el conformismo a sus habitantes, no se han educado para generar conciencia ambiental y productiva que aproveche sus potenciales no solo turísticos sino agrícolas o pecuarios. Los pobladores consumen los alimentos más costosos que quien escribe esta columna haya visto, y no es porque consuman mariscos al desayuno, almuerzo y cena; no, cada huevo o arroz que haga parte de su canasta debe ser “importado” del interior de Colombia, ni siquiera del distrito de Buenaventura porque allá, no producen ni agua. Como dice un poblador “nos quieren borrar del mapa allá en el Valle” plop! Puede pensarse que es una exageración. 

Colombianos Opresores

Antiguo muelle en Buenaventura
Se puede pensar que ese “nos quieren borrar del mapa en el Valle” es una gran exageración de los pobladores, que su idiosincrasia les permite palabrear con este tipo de expresiones, pero, objetivamente sí están siendo víctimas de un sistema que no los está favoreciendo, están siendo marginados y sus derechos vulnerados. Juanchaco se encuentra a 1 hora de Buenaventura en un recorrido en “lancha rápida” que para turistas tiene un valor de $ 50 mil pesos ida y regreso, costoso pero podría decirse que el turista tiene cierta capacidad económica como para asumir este valor de desplazamiento. En la oficina de  la cooperativa de transportadores de lanchas en el muelle de Buenaventura dice “precio especial para nativos”  tiene el delicado descuento de $ 3 mil pesos, sí, $ 47 mil pesos vale el transporte de un nativo desde su población hasta el acceso a médicos, educación superior, alimentación, mercado, enseres, etcétera, un verdadero atraco a la dignidad de personas humildes que se ven obligados a no salir de su caserío porque no tienen con qué movilizarse hacia el puerto, algunos llevan meses sin hacerlo y ven aún lejos la posibilidad de ir a Buenaventura. Las lanchas rápidas tienen capacidad hasta para 35 personas, en promedio, salen tres recorridos (ida y vuelta) diarios que dejan en las arcas de las cooperativas y el INCIVA (Instituto para la Investigación y la Preservación del Patrimonio Cultural y Natural del Valle del Cauca) hasta $ 450 mil por cada trayecto. Suponiendo una movilidad promedio de 20 pasajeros y que todos fueran nativos, si son 3 trayectos día, podemos hablar de $ 2.700.000 diarios, de estos, se pagan hasta 30 mil pesos por día a quienes intervienen laboralmente (Conductor lancha, auxiliar, despachadores en cada muelle) es decir $ 120 mil pesos por honorarios y aproximadamente $ 450 mil pesos en combustibles diarios. ¿Qué pasa con el dinero restante? Además se debe tener en cuenta que las lanchas se encuentran en malas condiciones, 2 de cada 4 automotores detienen su marcha en alta mar por fallas mecánicas que se pueden prevenir  en simples mantenimientos, y, entre otras cosas las personas involucradas laboralmente no cuentan con seguridad social. El INCIVA tiene pignorados los ingresos del muelle por conceptos de transporte argumentando la concesión. ¿Puede una empresa del estado adscrita a la gobernación del Valle del Cauca en asocio con las cooperativas transportadoras contribuir al deterioro de la calidad de vida de los pobladores de la costa? Cabe el referente que ya tiene INCIVA en el Jardín Botánico de Tuluá; como no deja dinero, su estado es precario. 
Acantilado en Juanchaco

Además del  INCIVA, la CVC (Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca) Otra empresa vallecaucana y con fines ambientales y sociales, ha “invertido” desde hace 12 cerca de $ 2 mil millones en proyectos forestales y productivos en la región con el supuesto objetivo de generar alternativas productivas en Juanchaco, Ladrilleros y La Barra. Intentaron sembrar chontaduro, yuca, zapallo, papaya y otros muchos pero nada de esto dio resultado, fertilizaron y alcalinizaron a diestra y siniestra la tierra con el apremiante que nunca se hizo un análisis del suelo que permitiera ser hoja de ruta para el proceso agrícola, hicieron las cosas al revés y por ende toda esa platica se perdió, los pobladores no pudieron trabajar, pero en cambio los encargados de los proyectos en la CVC si recibieron sus honorarios jugosos durante 12 años, por cada paquete de semillas listaban al 100% de los pobladores para justificar su trabajo… La CVC insiste que la tierra de allá no sirve, pero a orilla de mar, sobre arenas húmedas y frente a vientos de hasta 50 km/h algunos pobladores han sembrado lulo, papaya, zapallo, ají y demás con un contundente éxito, incluso sin poner un gramo de urea o de cal, como dice una pobladora “a la gracia de Dios”. ¿Curioso y cuestionado objetivo de la CVC verdad?

Muelle de Juanchaco
Para terminar con Juanchaco, los pobladores además del tremendo costo de desplazamiento hacia Buenaventura, deben sortear un peligro: el muelle del caserío; una estructura de cemento deteriorada por la fuerza del mar y que no cuenta con desembarcaderos, solo la pericia de los viajeros hace que se cumpla el objeto de subir o bajar de la lancha, la misma suerte quizás acompañada de equilibrio, porque la lancha se acerca a las escaleras del muelle y salvo unas cuerdas improvistas, nada estabiliza la embarcación y sigue al vaivén de la marea. Discapacitados, ancianos, madres gestantes o con niños en brazos viven una odisea. 

Para terminar, complemento la columna con una situación parecida en el área continental de Buenaventura, zona rural habitada por campesinos en un 70% desplazados de otras áreas del litoral, la CVC y organismos “competentes” de Buenaventura les dijeron hace 5 años que esta ciudad era un “Desierto con árboles” que no se daba nada, que no se pueden criar ni





Muelle actual en Buenaventura
reses, mejor dicho, pierden su tiempo como campesinos. Tercos ellos, quisieron insistir y tal es la sorpresa que hoy cerca de 40 campesinos producen todo un abanico de productos agrícolas y avícolas que siguen siendo invisibles ante las autoridades. Algo curioso es que Buenaventura hace cuarenta años producía cerca del 60% de los productos agrícolas que consumía y también había ganaderos.  Dicen algunos campesinos que “el mercado de carnes está controlado por mafias del centro del Valle del Cauca (ganaderos de Tuluá y Buga) “paracos” que no dejan que los negros progresemos” suena traído de los cabellos, pero los que somos testigos de la realidad social de Buenaventura podemos empezar a creer en estas palabrerías, más que palabrerías son un grito desesperado, un grito que pide un cambio ya, quieren trabajar y sobrevivir dignamente, algunos piden incluso que sean separados del Valle del Cauca dice uno de los líderes “si es que les damos tanta pena y vergüenza pues sepárense de nosotros, déjennos en paz” no hay posibilidades de discusión cuando la historia les ha demostrado que parecen sobrar en esta sociedad de sistemas particulares, intereses oscuros y corruptos objetivos. 

Hace casi un mes se celebraba un año más del grito de la independencia, ¿será que realmente hay libertad? La única diferencia es que han pasado más de 200 años y que los opresores hoy no son españoles ni su corona, son colombianos que oprimen colombianos. Menos fanatismos políticos, menos religiones y más humanidad!! 

Jeff

2 comentarios:

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  2. La más absurda explicación a dicho problema se la escuché a Andrés Hurtado García (Ambientalista); la costa pacífica no progresa porque los negros son perezosos. Que absurdo, son muchos los factores que contribuyen a esta hecatombe.

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