lunes, 13 de febrero de 2012

Crónica de Asuntos Informales: Mototaxismo


Biblioteca Pública Municipal
Esta crónica revela una radiografía de un problema que se ha tejido durante años en ciudades intermedias colombianas; el Mototaxismo  o como lo llamamos en el Valle del Cauca: “Los Motoratones”, actividad de transporte informal en el que se movilizan pasajeros en motocicletas de un lugar a otro. Una muestra de la descomposición urbana que se hace realidad en ciudades como Tuluá, Palmira, Buenaventura y Buga en el Valle del Cauca y según información de medios locales esta actividad se extiende a casi el 80% del territorio nacional.

Como en todo acto de informalidad y que por ende se traduce en ilegalidad;  existen causas de fondo que trascienden de la libertad de actuar por fuera de la ley y es la ausencia e incompetencia del Estado representado en los entes territoriales  para satisfacer los derechos de sus ciudadanos, que en este caso se traduce en el incumplimiento al Derecho al Transporte Público Digno consignado en la ley 105 de 1993 capítulo II artículo 03 que textualmente dice así: “Principios del transporte público. El transporte público es una industria encaminada a garantizar la movilización de personas o cosas por medio de vehículos apropiados a cada una de las infraestructuras del sector, en condiciones de libertad de acceso, calidad y seguridad de los usuarios sujeto a una contraprestación económica y se regirá por los siguientes principios……(Ver enlace 1)” Entre otras cosas mencionadas en la ley hago referencia a esta: “La operación del transporte público en Colombia es un servicio público bajo la regulación del Estado, quien ejercerá el control y la vigilancia necesarios para su adecuada prestación en condiciones de calidad, oportunidad y seguridad” Y bien, luego de dejar claro que el Estado ejercerá control y vigilancia al transporte público; he aquí la razón de esta crónica.

Caso Preciso:

Tuluá, Valle del Cauca ciudad intermedia con 200 mil habitantes fijos y una población flotante de más de 300 mil. Estudios locales han revelado que hay una  motocicleta por cada familia; es decir que circulan por las calles y avenidas de esta ciudad cerca de 60 mil motocicletas. Según censos realizados por candidatos a la alcaldía en las pasadas elecciones, en esta ciudad hay cerca de 2800 mototaxistas,  la cifra aumenta a diario y  según cálculos de personas que se dedican a esta actividad serían cerca de 4 mil moto-ratones los que a diario circulan en Tuluá.. ¿Alarmante no? No es solo la cantidad de personas dedicadas a ello, sino el desorden vial que esto genera, congestión vehicular en un círculo vicioso que solo la ilegalidad cierra en sí misma: más Ilegalidad.

La razón:

Paradero de Motocicletas Cr 27 Cl 27 esquina
Tuluá cuenta hoy con 2 empresas de transporte público colectivo: Transportes Tobar LTDA y Transportes Salónica SA, hace 10 años entre las dos ajustaban una flota de buses y busetas cercana a los 200 vehículos, hoy, el parque automotor de estas compañías no llega a 50; la primera con 7 rutas y la segunda con 6, lo interesante es que ambas utilizan los mismo corredores viales, es una competencia a la que muchos llaman  la “guerra del centavo” lo que se traduce en un mal servicio a la comunidad, entendiendo que su único objeto es el económico. Lo que jamás entendieron los empresarios del transporte y la secretaría de tránsito y movilidad de Tuluá es que se puede ser eficiente en calidad y servicio y al mismo tiempo ser rentable.  La ciudad hoy tiene la misma cobertura de transporte público colectivo de hace 20 años, Tuluá ha extendido su área urbana considerablemente desde entonces,   especialmente hacia el noroccidente  donde en la actualidad viven cerca de 100 mil personas en su mayoría de escasos recursos y donde se concentra la población vulnerable, en esta zona viven los obreros de los ingenios azucareros del centro del Valle. Sectores como el norte de la ciudad no tienen acceso al área hospitalaria a través del servicio colectivo sin abordar menos de dos rutas, lo grave del asunto y muestra fehaciente del desdén de las autoridades competentes está en que la zona hospitalaria fue demarcada hace más de quince años, el hospital departamental lleva casi cuarenta años en esta área y los barrios excluidos tienen más de 60 años de fundación. ¿Curioso no?   

Buseta de la empresa Transportes Tobar Ltda
No había mencionado que de los  50 vehículos con que cuenta el parque automotor de Transportes Tobar y Transportes Salónica el 90% no cumplen con los requerimientos para el transporte público colectivo de pasajeros (ver imagen) su capacidad no supera los 15 personas en promedio (hay carros con diez asientos) su altura al interior no sobrepasa los 150 cm   y excluyen en su totalidad la población de primera atención: Mujeres embarazadas, mujeres con niños en brazos, ancianos o discapacitados, la frecuencia de circulación oscila entre 25 y 30 minutos cada ruta y su velocidad de desplazamiento no supera los 40 km/h,  dadas las precarias condiciones de los vehículos; en horas pico es imposible movilizar a cerca de 30 mil personas que a diario requieren del  transporte público colectivo.  Entonces, si los ciudadanos tenían la necesidad de transportarse y en las posibilidades “formales” no podían hacerlo, debían recurrir a posibilidades como los llamados “taxis colectivos” (taxi que realiza una ruta determinada a precio de bus) o pedirles el favor a conocidos con motocicletas para que a cambio del favor;  se les “reconoce” en efectivo para el combustible. Y fue así como aparecieron los primeros Motoratones hacia el año 2003, cerca de 30 personas entre hombres y mujeres se dedicaban al mal llamado negocio de transportar personas de un lugar a otro de la ciudad por mil pesos siempre y cuando fuera hacia el centro, y de acuerdo a la distancia podrían cobrar hasta 2 mil pesos, todo era favorable a ellos incluyendo el clima de esta ciudad en la que casi no llovía, así que no había problema (por ahora) para abordar una moto que lleva a sus  usuarios en 15 minutos de puerta a puerta y no una buseta que se tarda 30 minutos en condiciones indignas.

Algo similar sucede con los taxis, hace diez años habían cinco empresas que agrupaban ese gremio, hoy solo quedan tres y entre esas suman 720 carros al servicio urbano, la carrera mínima cuesta 3 mil pesos con una ventaja para los usuarios con respecto a características del municipio como que el sector comercial denominado “centro” es realmente el centro geográfico urbano de la ciudad, así que en promedio a un tulueño no le cuesta más de 4 mil pesos una carrera desde casi cualquier sector hacia el centro, los extremos cardinales pueden hacer una carrera costosa, desde el sur de la ciudad al aeropuerto o Nariño puede costar casi 6 mil pesos o desde el aeropuerto a la salida norte o el barrio agua clara podría exceder  esa tarifa; un motoratón lo haría por solo 2 mil pesos.

Los del negocio:

Exterior de la catedra de San Barolomé; Parqueo de Mototaxis
Mientras los conductores de busetas y taxis, empresarios del gremio formal de transportadores presionan al alcalde de turno para que “acabe con el problema” dada la reducción astronómica (70%) en el uso del servicio urbano, los motoratones crecen alarmantemente al punto que existen hoy cooperativas para su agremiación incluso “empresarios de las motos” los cuales son dueños de hasta 20 motocicletas y rentan a hombres o mujeres su vehículo por la módica suma diaria de 10 mil pesos, se dice por las calles de la ciudad que dueños de buses y busetas incluso taxis han vendido sus carros para comprar motocicletas y participar así del rentable negocio que según experiencias de un entrevistado (lea Caso Particular) el producido promedio de un día de trabajo está en 35 mil pesos, si la moto es rentada sus ingresos estarán por debajo del salario mínimo, claro deduciendo también el combustible que a diario puede estar en los 8 mil pesos. En la actualidad se conoce que de los 2800 mototaxistas que se presume hay en Tuluá unos doscientos no son de esta ciudad y vienen a diario desde municipios cercanos como Andalucía, Bugalagrande, Riofío, Trujillo y San Pedro.

Los problemas:

Desde epidemias de piojos e infecciones en el cuero cabelludo por el uso de cascos “públicos” hasta incremento alarmante de la accidentalidad causado por la cantidad de motocicletas en las calles y avenidas de Tuluá, esto sumado a la ignorancia de muchos que se hacen conductores de estos vehículos sin siquiera conocer la más mínima norma de tránsito, son "la muerte ambulante" cuando lo hacen con exceso de velocidad, violando el sentido de las vías, transitando sobre aceras, cruzando semáforos en rojo entre otras  han sido algunos de los puntos de quiebre de esta actividad que aunque informal, se torna como un generador de sustento para casi 3 mil familias, pero también foco de delincuentes que hacen de las buenas intenciones un degradado acto que lleva a la depreciación de la imagen de los motoratones, algunos personajes mal llamados gente, se camuflan entre casco y motocicleta y abordan a sus víctimas con el pretexto del transporte; desviándose de su ruta y llevando a sus pasajeros a las “ollas” de la ciudad donde son despojadas de sus pertenencias. Otras comunes situaciones son las de los accidentes de tránsito donde los mototaxistas abandonan a sus pasajeros a la suerte del entorno, según ellos  si las autoridades descubren su actividad laboral tendrían que detener su única fuente de sustento. Dada la mencionada reducción del servicio de transporte público  colectivo formal y en consecuencia de su demanda, la alcaldía de Tuluá en cabeza del ex alcalde Rafael Eduardo Palau, decidieron reducir a través de subsidios a las empresas de busetas el costo del pasaje para el usuario, pasando de mil pesos a 500 pesos!!! Según ellos porque la competencia de precio haría que el mototaxismo redujera su participación en el negocio. Pero no, no sucedió pese a que se abarató el transporte formal, ya que la causa del transporte en moto jamás fue el precio sino la poca cobertura, el mal estado de los vehículos y las frecuencias de más de 25 minutos por ruta; así que los motoratones siguieron vivos y fortalecidos.  Luego de ello se expidieron decretos municipales como el 0054 del 29 de enero de 2010 que restringían el uso de motocicletas con parrillero hombre supuestamente para contribuir a la disminución de la tasa de homicidios y a la vez frenar el mototaxismo pero una vez más solo fue una encarnizada persecución contra quienes portaran mangas protectoras en sus brazos y casco adicional. Lo que no entendía el alcalde de entonces es que esas personas no estaban en ese negocio de riesgos por su puro deseo de ser informales, sino por una necesidad de sobrevivir y lo más trascendental; supliendo las necesidades de transporte de una ciudad víctima de mandatarios incapaces de hacer cumplir la ley para el único beneficio de la comunidad.

Caso Particular:

Mototaxista con pasajero
María Ester, es una de las 2800 personas que  a diario circulan en su motocicleta por las calles y avenidas de Tuluá en su moto roja  marca “gato” pero que es su única fuente de sustento, se convirtió en motoratona presionada por la necesidad de subsistir,  de levantarse un día y ver que sus tres hijos no tenían nada que comer, su esposo sufrió un accidente que lo dejó incapacitado de por vida y no pudo seguir su trabajo de construcción con el cual sobrevivieron desde hace catorce años tiempo que lleva de casada. María Ester no sabía conducir moto pero la necesidad la llevó a superar sus miedos, pensar en sus hijos y por su puesto en su incapacitado esposo que por años fue quien mantuvo a la familia, ahora, sería ella quien tomaría las riendas y se pondría las botas como instinto de madre y cabeza de hogar a la fuerza. Su hermana María Stella fue quien la impulsó a esta labor, le enseñó a conducir su moto, le prestó dinero para la licencia y dejó que usara su propia moto. Recuerda ella que fue un lunes, no recuerda la fecha exacta pero sabe que era febrero,  fue hace dos años cuando se aventó a la calle con el tradicional solazo de Tuluá, parqueó su moto a puertas de la catedral y solo pudo escuchar a sus colegas murmurar algo como esto: “uno más que se suma a las motos, seguramente estaba aguantando hambre…” solo pudo pensar que era cierto, que solo una gran necesidad la llevó a ponerse el casco y hacer parte de la informalidad, perseguida como ilegal; pero que sin duda es digno porque no le hace mal a nadie. María Ester recuerda que ese lunes hizo seis “carreritas” que eran 6 mil pesos, sus primeros 6 mil pesos con los que en adelante se sostendrían ella y su familia, no olvida que al día siguiente el conductor de una buseta de servicio urbano, mentó su madre y quiso “echarle el carro encima” todo porque abordó un pasajero en un paradero de buses… ¿triste verdad? O que tal las veces que ha sido manoseada por pasajeros inescrupulosos que le ofrecen dinero para un “servicio adicional” dice María que son muchas las cosas que le ha tocado ver, escuchar y vivir.  A esta mujer le quedan en el bolsillo hasta 30 mil pesos diarios, de los cuales debe gastar en combustible cerca de 10 mil pesos dependiendo que tanto haya “volteado”, dice que hay días en que solo hace para la gasolina como hay otros en los que el trabajo es tanto que le quedan libres hasta 35 mil pesos, sale a trabajar a las 07:30  y a las 18:00 ya está buscando el regreso a casa porque debe atender a los niños. En diciembre pudo comprarle la moto a su hermana ya tiene el cuello y brazos rojos, con manchas de tanto sol recibido, su cara la protege muy bien con un casco grande y a diario se pregunta qué será de ella y su familia  cuando no les permitan trabajar más, quisiera tener otra opción de trabajo, porque es consciente del riesgo que a diario asume con su labor, sabe que al salir de su casa, nada le garantiza que volverá a salvo.

En tiempos de elecciones algunos candidatos a alcaldías o corporaciones públicas prometen “legalizar” el mototaxismo como medio de transporte formal, a sabiendas que este tipo de actos no está bajo su jurisdicción y mucho menos la de flexibilizar a las autoridades con respecto a su control, esto es tarea del Ministerio de Transporte y del Congreso de la República.  Como ciudadano creo que no es conveniente formalizar este tipo de actividades, se debe hacer cumplir la ley 105 de 1993; no se debe inventar otra, con esta basta para dar a los ciudadanos un servicio transporte  público seguro, eficiente y digno, fortalecer el transporte formal es igual a generar fuentes de empleo legales y permitiría un equilibrio social ante tan inmensa problemática. Habrá que preguntar al DANE si esta actividad ya fue formalizada como empleo, dudo que vamos bajo un dígito en cifras de cesantes cuando la situación es tal. 

Jeff

Enlaces:

Enlace 1:


8 comentarios:

  1. quienes han hecho crecer el fenómeno del mototaxismo lo usan a su amaño, involucran a la gente en una inversión y después son ellos mismos quienes crean las restricciones y ademas manosean a la gente con peregrinas promesas de legalización de la actividad y cosas parecidas. Muchos intereses políticos, económicos y hasta delictivos involucrados en ello. Es triste pero es la realidad. En una ciudad como Sincelejo (Sucre)o Lorica (Córdoba) es agobiante ver la nubes de motos por las calles. Muchas problemas de movilidad se solucionan con bicicleta, pero si en Pradera un ciclista fue alcanzado por un artefacto minado de la guerrilla... quedamos sin palabras

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  2. Muchas gracias por tan buena crónica, pues creo que esto es el resultado de la ignorancia colectiva en la cual vivimos, pues si la gente supiera un poco más del asunto no usaría todo este tipo de transportes que no cumplen con los requisitos y los polítiqueros de turno no estarían engañando a la gente por un voto, para que luego todo continúe igual o peor.

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  3. Agradezco sus comentarios y el tiempo para leerme, Saludos y éxitos.

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  4. Muy buena crónica Jefferson. Este es un tema que tiene varios puntos que tener en cuenta como lo son, ¿hasta donde la falta de empleo puede llegar a desencadenar un fenómeno de tal magnitud? Porque cuando tocamos el tema del mototaxismo inmediatamente lo relacionamos como un mecanismo de supervivencia de última instancia para aquellas personas desempleadas; sin embargo cabe añadir que una gran población se dedica a este oficio por razones alejadas al desempleo. En la ciudad donde resido, Sincelejo Sucre, el mototaxismo se ha convertido en uno de los más graves problemas para la misma y el adjetivo no es por exagerar, usted bien lo has dicho en su crónica que muchos de los usuarios de estos vehículos en ocasiones son mujeres embarazadas, mujeres con niños en brazos, ancianos o discapacitados, que por la falta de un buen servicio de transporte se ven obligados a tomar la opción más "fácil" por así decirlo. Y no sólo afecta a la capital sucreña si no que a su vez se extiende a todos los municipios del Departamento, consideraría a San Marcos Sucre el segundo municipio más afectado. Además, los conductores de las mototaxis frecuentemente son considerados personas imprudentes para manejar, arriesgando la vida no sólo del usuario si no la suya misma. En fin a mi parecer es un problema que evalúa el desarrollo de una ciudad, la capacidad de gestión de sus dirigentes con respecto a las opciones de empleo que puede brindar a sus habitantes y que pone a dudar el paradero de los dineros destinados para el bienestar de la población.

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  6. Te felicito por una excelente crónica desde varias perspectivas, e inclusive, tiene una estructura que le da fuerza a un argumento y sacas una conclusión, ¡conserva ese talento!

    El fenómeno, considero que es una consecuencia una problemática social de desempleo y mala calidad en Educación, inclusive su cobertura.

    En mi opinión personal, toda problemática, sea de índole personal, familiar y/o social se debe atacar desde su raíz, no cortarla la una rama y listo.

    ¿A que quiero llegar con eso? Formalizar o no ese tipo de transporte por el gobernante de turno no creo que sea la solución, sino atacar dando solución a la problemática educación y paralelamente el empleo, pero sí, creo que debe seguir considerándose informal e ilegal ese tipo de transporte.

    Te comento una consecuencia de moto-taxismo que se ha formado en Cali, en barrios, que se conocen como ‘Laderas’, al no tener cobertura hasta la zona de por parte transporte formal/legal, ellos, aprovecharon una necesidad de servicio que no existe porque quizás la clase política y/o empresarial desconozcan ¿Es válido el moto-taxismo en ese caso?. Considero que esta es otra realidad que tiene un aspecto diferente para el análisis del fenómeno que habla el post.

    @alvaroandres21

    PD: Correción ortográfica: Bolsillo ("A esta mujer le quedan en el bolcillo hasta 30 mil pesos diarios").

    Tengo el orgullo y alegría de encontrar un blogger que piensa en mi tierra natal, territorio que extraño mucho.

    ¡Un abrazo!

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  7. tienes toda la razon, uno le toca usar motorraton por que el trasnporte publico no sirve es para nada, yo no quepo en esas latas de sardinas que llaman colectivos.

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  8. De mucha utilidad Jefferson, he estado buscando información y he leído algunos artículos en la web sobre el mototaxismo en Colombia, pero esta es la primera fuente que consigo con respecto a Tuluá; excelente crónica, pocas personas se adentran a investigar un tema tan espinoso y con tanta propiedad y pertinencia, sobretodo esta última. No he hecho mas que asentir los comentarios al respecto y convencerme de que el problema es mucho más grande de lo que pensaba.

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