Sin salirme mucho del hilo de mis
crónicas Locura Colectiva I y II donde manifiesto mi preocupación por el
crítico estado de la Salud Mental en Colombia, hoy quiero hablarles de los
Inocentes Condenados; niños sentenciados a muerte por los actos irracionales de
los adultos.
Desgraciadamente se volvió común ver noticias que
reflejan el drama de ser menor en Colombia, un sinónimo de vulnerabilidad y de
ausencia de autoridad que desencadena en cruentos episodios que desfavorecen a
una nación supuestamente llamada a la protección de sus nacientes generaciones
y que se dice en “transición” hacia el desarrollo.
Balas disparadas con destino incierto procedentes
de manos criminales y sin inocencia alguna, se posan sobre el delicado y débil
cuerpo de criaturas que jamás en su vida han contemplado su desaparición, que
en cambio tienen miles de sueños esperando ser cumplidos pero son interrumpidos
por un proyectil que de no cegarlos para siempre, les deja la cicatriz imborrable de una escena jamás actuada pero
que por cosas del destino o del mismo demonio que parece tuviera el dirección de tan macabra obra.
Víctimas de venganzas que se suponen pasionales,
digo se suponen porque no entiendo qué clase de pasión puede llevar a cometer
tan atroz acto de barbarie en la que un inocente resulta ser víctima fatal, o
no solo de “pasionales eventos” también por ajustar cuentas pendientes con enemigos
no muy íntimos, deudas y hasta llamados de atención. ¿Qué tal los padres (me refiero
a papás y mamás) qué envenenan a sus hijos en la angustia de acosos económicos
o estados depresivo? ¿Qué culpa tienen los pequeños de ello? ¿Nada verdad? No sobra
recordar los abusados sexualmente, los que han perdido su virtud a la fuerza y
sin consentimiento de su naturaleza aun no apta para ello y que sin mediar al
más mínimo deseo carnal son llevados a tal flagelo, al infierno en carne propia
y con los ojos abiertos sin la posibilidad de despertar de una pesadilla jamás
olvidada y que en el peor de los casos los lleva al ocaso de sus vidas; quizás
lo más preocupante del asunto es que ahora le salió “conejo” y hasta “mico” a
la ley de infancia y adolescencia en Colombia, a través de Tutelas acusados por
estos actos podrán salir de la cárcel sin cumplir su condena. Definitivamente
un acto que sentencia a los inocentes. (Ver Enlace 1)
Cómo olvidar el caso del niño Luis Santiago de
Chía, aun recuerdo ese 30 de septiembre cuando estaba sentado en la plazoleta
de comidas del Éxito de la Flora en Cali, almorzaba, cuando una última hora le informaba a Colombia
que el pequeño fue hallado muerto, las imágenes no necesitaban voces para
transmitir tal atrocidad que al poco tiempo resultó ser un maquiavélico acto
cometido por su padre… ¿Padre? ¿A caso puede un padre hacer tal cosa a sus
hijos? Bueno, parece que la humanidad
abrió un espacio para ello. Recordar ese episodio me estremece y estoy seguro
que a todos, ese bebé era un ángel, solo inspiraba ganas de amarlo y cumplir
todos sus deseos. (Ver Enlace 2)
Hoy las noticias no son mejores, un pequeño de tan
solo 18 meses de edad, Jean Pierre Garzón fue asesinado por un demente en estado de alicoramiento que
aseguró vio un demonio en el pequeño y lo emprendió a golpes hasta dejarlo
inconsciente, el bebé murió y el país vuelve a consternarse por un suceso tan
reprochable, tan ilógico, tan abominable y que no cabe en la cabeza de nadie
como los un niño pueda merecer tan vana suerte. Alguna vez escuché algo que
nunca olvido “Nadie es tan joven como
para no morir, ni tan viejo como para no vivir más…” una sensata frase pero que
sin duda no aplica para actos demenciales sino para el curso natural de la
vida, para la voluntad de Dios o para quienes no creen, pueden dejárselo al
destino, pero jamás en las manos de hombres o mujeres que creen tener autoridad
sobre lo más sagrado, la vida, más
cuando se trata de un inocente que sin oposición a su destino ve llegar su
final, sin opción de defensa, solo una sonrisa y una inalcanzable búsqueda de
felicidad que seguramente no está lejos, solo que nacen en el lugar equivocado.
(Ver Enlace 3)
Ejemplos de esto encontramos a diario en los medios
nacionales, no quiero decir que solo pase en Colombia, de hecho lamentablemente
suceden casos similares en buena parte del continente y quizás en el mundo (Ver
Enlaces 4, 5 y 6). ¿Será que en algo tienen la culpa los menores caídos en
franca inocencia? ¿Acaso no es culpa plena de un sistema que ha permitido y
concebido al hombre un aplastante desafío a las leyes y a la dignidad humana?
Los que mueren por negligencia médica, sometidos al
paseo de la muerte o simplemente dejados a la suerte de un “samaritano médico”
que se acuerde de su juramento al
graduarse, los abandonados por sus madres en la calle, dejados a la
intemperie que ni siquiera un animal merece, los traficados, los que recluta la
guerrilla o los paras o simplemente los violentos, los que tienen armas en sus
manos, los que son secuestrados aun desde el vientre de su madre, los que nacen
en cautiverio, los que ni si quiera
nacen….
Y bueno, no siendo más, no porque no haya más
ejemplos sino porque es hora de terminar, me despido no sin antes agradecer a
mi amigo santandereano Cristian Gelves por sugerirme escribir sobre tan sentido
tema.
Jeff
Enlace
2: http://tumundovirtual.wordpress.com/2008/09/30/fue-encontrado-muerto-el-pequeno-luis-santiago/
Enlace
3: http://www.eltiempo.com/colombia/cundinamarca/nino-de-18-meses-fue-asesinado-a-golpes_10944966-4
Excelente artículo de una cruda realidad, que muestra que vivímos en una sociedad completamente enferma.
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ResponderEliminarExcelente reflexión, me lleva a pensar en las instituciones del país que atienden al menor, tales como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF, si bien hacen un importante papel, este en ocasiones dista de lo que es la defensa del menor, pues se mide la calidad del servicio según la cantidad de atenciones más no la intensidad y calidad del servicio, así por ejemplo instituciones operadoras del ICBF con cupo para 50 niñ@s tienen un sólo psicólogo, un pedagogo, una trabajadora social para atender a dicha población, se podrá dar calidad en un servicio al estilo EPS 15 minutos con cada persona que tiene una realidad compleja y que en cada semana la dinámica de la misma va trayendo nuevas situaciones difíciles para tratar en un consultorio o en un grupo terapéutico. Dicho de esta manera, las mismas instituciones de de defensa del menos se convierten en solo manoseadoras de su realidad, ofreciendo a lo mejor soluciones que la comunidad no necesita.
ResponderEliminarExcelente reflexion...
ResponderEliminarAgradezco a todos por sus comentarios.
ResponderEliminarQue buena crónica es una triste realidad los niños nuestro país son los mas afectados y los mas vulnerables por la violencia y por las injusticias de un gobierno que no ve mas allá de sus narices! Por eso estamos como estamos por tener leyes que no se cumple a cabalidad y por invertir en cosas estúpidas e innecesarias dejando a un lado cosas prioritarias como la salud y la educación. Si no empezamos nosotros mismo por defender a quienes no lo pueden hacer quien lo va hacer?
ResponderEliminarExcelente reflexión si que lo pone a uno a pensar!
Es una lamentable paradoja, este año se redujeron los incidentes con polvora en la poblacion infantil por el control de las autoridades. Sin embargo las celebraciones que no se pudieron hacer con la famosa polvora, fue remplazada por balas en el aire e incidentes de robos, atracos, peleas de pandillas, etc. cuyas balas han tenido el mas vulnerable de los destinos: la poblacion infantil, como dice Patricia Pardo: "toda bala es perdida"
ResponderEliminarExcelente nota. Un país que permite que le pasen cosas como esas a sus niños jamás será un país grande, respetable y respetado.
ResponderEliminarMuy buena Reflexión a tan triste realidad. Ojala algún dia seamos más concientes de las cosas y aprendamos a respetar la vida.
ResponderEliminarExcelente reflexión de una realidad que lastima la integridad de seres inocentes. Lo indignante es que muchas veces, por no decir en la mayor parte de los casos, estas situaciones generan luto en los Colombianos sólo por un tiempo limitado, a veces sólo podría considerarse como manifestación masiva ante un acto reprochado por la sociedad pero que a la hora de la verdad, no les produce un mínimo de sufrimiento, hasta cuando este tipo de situaciones aquejan a los seres más cercanos. Más que proclamarse en contra de actos de barbarie, me gustaría que en mi país (incluyéndome) nos propusiéramos a hacer algo por evitar que este tipo de cosas sigan sucediendo.. A algunos se nos salen de las manos, pero para otras en sus manos la opción de evitar desenlaces tan macabros. Te felicito por la nota.
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