Mientras se escribía esta columna
de opinión, faltaban solo 18 horas para la apertura de las urnas en las que los colombianos, votaremos en las
elecciones que escogerán en principio, a los dos candidatos que irán a segunda
vuelta.
Muchos amigos, familiares, clientes
y conocidos en general me han hecho la famosa pregunta ¿Jeff, vos por quién vas
a votar? Y, aunque prácticamente tuve
claro desde hace meses por quién votaría, debo reconocer que dediqué los
últimos 30 días a estudiar cada uno de los candidatos en el paredón y luego de
“digerir” muy bien cada una de las propuestas,
antecedentes y relaciones con sus cercanos; confirmé mi voto. Anticipo
que no pretendo ir en contra vía de la decisión de quienes leen esta
publicación, es solo una respetuosa opinión.
Antes de empezar quiero referir
que, pese al gusto que me genera la política y mi notable admiración por
ciertos personajes, decidí desde hace años y quizás por aprendizaje y
crecimiento personal que no volvería a discutir con nadie sobre política,
religión o cualquier otro tema que desbordara la razón de quienes de uno u otro
modo son afines a distintas orillas de pensamiento o doctrina. Puedo hablar de
diversos temas con cualquier persona que esté dispuesta a respetar mi posición
u opinión del mismo modo que yo estoy y estaré dispuesto a hacerlo, entendiendo
por fin que mi razón; jamás será absoluta.
“Aunque subraya el carácter relativo de las
verdades científicas, el materialismo dialéctico sostiene que cada verdad
relativa señala un progreso en el conocimiento de la verdad absoluta, que cada
conquista de la ciencia encierra elementos de la verdad absoluta, es decir, de
una verdad perfecta que no podrá ser puesta en tela de juicio en el porvenir.
No hay barrera infranqueable entre la verdad relativa y la verdad absoluta. La
suma de las verdades relativas concebida en su devenir conduce a la verdad
absoluta” Diccionario filosófico abreviado ·
1959:518-520
Queriendo entender lo anterior,
apegado al respeto por la diferencia y, ante todo comprendiendo un valor que sí
es absoluto en los candidatos; su condición humana, no podemos pretender que alguno de los
candidatos sea perfecto, todos, incluyéndonos a nosotros, estamos sujetos al
error. Así las cosas, esta es mi
opinión, los puntos negativos y positivos que para mí representa el candidato
Sergio Fajardo:
Su origen:
Debo reconocer que, dada la
procedencia de quien gobernó a Colombia entre 2002 y 2010, queda el sin sabor
de apostarle o no a alguien que comparta la “cultura paisa” para que dirija a
Colombia. Ni siquiera es un cuestionamiento profundo mío, es, la trivialidad
que manifiestan muchos allegados que en el marco de la duda dicen ¿va votar por
otro paisa?, pues bien, debo apegarme a mi concepto de respeto por Colombia y
sí, votaré por un paisa porque es un ciudadano colombiano y además, ¿quién dijo
que todos los paisas representan la “anti-cultura traqueta de Pablo Escobar y
Popeye? Estar seguro de ello, también me haría parte de la cultura narco; soy vallecaucano
y es innegable que aquí, también se gestaron economías basadas en el
narcotráfico y yo, no soy un narcotraficante ni consumidor ni cualquier cosa
parecida a ello. Así que, no es un problema su naturaleza paisa. (Además porque
tengo muchos amigos paisas a los cuales aprecio sé de su calidad humana)
Tibio:
Sí, debo ser objetivo y racional
y considero que de los cinco en disputa, Fajardo representa la cara no radical
de la opinión pero, no ser radical no
significa permisivo ni condescendiente con lo que no está bien, es solo que, nos acostumbramos a los discursos
gritones y a los enfrentamientos de quienes creen que tienen la verdad
absoluta. ¿A qué hora se nos enseñó que la moderación, la serenidad y el
respeto en debate son el comportamiento de los tibios? Seguramente, a través de
los años y en la fragilidad formativa de nuestro país, optamos por pensar que
quien tiene pensamientos o ideales radicales es quien merece nuestro respeto o
admiración. Es aquí donde además, me devuelvo al análisis filosófico sobre la
verdad relativa y absoluta. El que lo entendió, lo entendió.
Los personajes que lo acompañan
Jorge Enrique Robledo
Ser militante
y líder del Polo Democrático lo ha convertido en un cuestionable personaje para
quienes son afines a la orilla de la derecha, sí maneja un discurso radical
sobre temas de opinión en lo que a la gobernabilidad compete y es capaz además,
de “alborotar” avisperos en cualquier debate (lo demostró en el Congreso).
Jamás he militado en la izquierda pero, puedo apreciar las innumerables
cualidades de Robledo y reconocer que como senador de la República, ha tenido
un intachable desempeño, ha denunciado la corrupción y procura posturas que
favorecen al medio ambiente. Someterse a una “coalición” le hace un ser
sensato, declinó su aspiración presidencial para darle lugar a quién mejores
posibilidades tiene de llegar, dejando
de lado los mesiánicos egos que tanto perjudican a la sociedad”.
Antanas Mockus
No hablaré mucho de él, no porque no tenga
nada que decir sino porque, si escribiera sobre él, necesitaría muchas páginas
para transmitir a los lectores la inmensa admiración que me despierta el ex
alcalde de Bogotá. Para mí, representa la decencia no solo en la clase política
sino en la sociedad; es un ciudadano ejemplar al que tuve la oportunidad de
tratar en una ocasión y, más allá de su buen trato, es su cálida y constructiva
energía la que genera tal impacto personal. ¿Que tiene o ha tenido contratos
con el Estado a través de su corporación? Sí, pero afortunadamente, han estado
amparados bajo los básicos principios de
la transparencia.
Claudia López
Sé que seré duramente cuestionado
por muchos “fajardistas” sobre esta opinión pero, en lo que a mí respecta;
Claudia López es el SAPO más grande que me tragaré en mi decisión de votar por
Sergio Fajardo, considero además que ella le resta más de lo que le aporta a la
imagen de la campaña. Si bien aplaudo su lauda lucha contra la corrupción y sus
notables aportes a intentar cambiar la forma de hacer política en Colombia, cuestiono
la forma y altivez con la que asume la defensa de sus posturas que aunque las
puedo compartir; chocan y rayan en el más desparpajado acto de intolerancia e
irrespeto a quienes la contrarían. La vida enseña que, no el que habla más duro
es quién tiene la razón, probablemente casi siempre la tiene pero, cuando
necesita gritar y atropellar la palabra de sus interlocutores, deja de tenerla.
Ninguna idea o fundamento debe ser “inyectada” a la fuerza, se necesitan
discusiones sanas que no pretendan la imposición para que bajo el
discernimiento personal, se opte por aceptarse o no.
Por supuesto, su sexualidad es
inobjetable, la respeto como mujer y como ciudadana pero no puedo aceptar que
en un debate literalmente exija a sus rivales el cambio de postura solo porque
ella asegura tener la razón. Ese tipo de comportamiento, es similar al de
Álvaro Uribe y el de Gustavo Petro; cada uno cree tener la razón absoluta desde
su pensamiento o posición política, no dan lugar a relatividades y es ese, el
principal motor del fanatismo y este a su vez, cuando se excede, se convierte
en la violencia partidista o ideológica a la que ya estamos acostumbrados a
vivir. En manos de Claudia López, pasaríamos de tener dos extremos (uribistas y
petristas) para tener un tercer extremo; el de los “claudistas”.
Los cuestionamientos:
“Jeff, ¿supiste que Fajardo tuvo
que ver en los problemas que tiene Hidroituango? ¿Sabías que cuando fue alcalde
de Medellín ……? ¿Sabías que cuando fue gobernador de Antioquia…..? etc, mi
respuesta a estos cuestionamientos es que, no puedo meter las manos al fuego por
Sergio Fajardo, sobre esos cuestionamientos no tengo elementos probables que
demuestren sus vínculos con comportamientos irregulares, tampoco tengo elementos que me garanticen su “perfección”
en la función pública. Y más allá de ello, el ciudadano y candidato Sergio
Fajardo no tiene requerimientos por parte de la Procuraduría, Contraloría o la
Fiscalía.
Sus bandera
EDUCACIÓN: Creo firmemente en que
de la calidad de la educación, depende el verdadero desarrollo de Colombia.
Como ejemplo básico; si enseñamos desde la educación primaria que el erario
público es de todos, que merece ser preservado y custodiado para el bienestar de todos los
ciudadanos, seguramente a largo plazo, tendremos ciudadanos que en cargos
públicos se abstendrán de cometer actos de corrupción no por temor a las autoridades sino por absoluta
convicción personal de respeto por lo público. Del mismo modo, el respeto por
las diferencias, el respeto a la vida, etc.
El respeto y defensa de los DDHH,
la cultura de la legalidad, la participación ciudadana, la protección del medio
ambiente y otros aspectos de sus propuestas, me convencen hoy para votar por
Sergio Fajardo.
Hoy, creo que el enemigo más
grande de las elecciones presidenciales no es ni Álvaro Uribe, ni Gustavo
Petro, ni las farc ni ningún famoso; son los casi 20 millones de colombianos que no quieren tomar
partido, esos que consideran que ninguno merece ser presidente, a esos también
les sumo los que hoy “promueven” el voto en blanco, los del tal PRE, que
justifican el abanderamiento de la causa sobre el supuesto de no existir
alguien que los represente y cuyo único fin, es el económico. Sí, los del PRE
van a reclamar la reposición económica de votos ante el Consejo Nacional
Electoral a costillas de quienes no se han tomado el trabajo de analizar a los
candidatos, es decir; si vota en blanco, va a servir de idiota útil a un grupo
de descarados que van recibir dinero con su voto.
Este 2018, a diferencia de hace años,
hay candidatos muy buenos con fórmulas vicepresidenciales de lujo. Vote por
Iván Duque, Humberto de la Calle, Germán Varga, por Gustavo Petro o por Sergio Fajardo, vote por el que
se le dé la gana PERO VOTE, pero antes entienda que NINGUNO hará un gobierno
perfecto, no existen gobiernos perfectos porque no hay candidatos perfectos,
todo porque son seres humanos como usted y como yo.